Sobre la obra
Cuando hace frío los erizos se buscan entre sí para entrar en calor, pero las púas de su cuerpo les impiden acercarse sin hacerse daño. Alejarse del todo significaría morir de frío, por lo que se ven obligados a ir ajustando la distancia hasta encontrar la proximidad más soportable. Empecé a trabajar en el concepto de lo que para nosotros sería Crave, de Sarah Kane, hace algunos años partiendo de esta parábola de Schopenhauer (y que tan magistralmente había visto reflejada en Neon Genesis Evangelion, el anime de Hideaki Anno y Yoshiyuki Sadamoto). La relación con el otro, cuanto más próxima, no escapa de ser dolorosa, pero también sufriremos el dolor y la angustia de la soledad al aislarnos. Al parecer no tenemos otra opción que seguir juntos por este camino que se nos ha dado (o no, o renunciar a él) encontrando la distancia más soportable, ya que es precisamente ese dolor que compartimos el que nos permite conectar con los demás.
Las cuatro voces de Crave buscan desesperadamente establecer este contacto. Son cuatro voces que piden “amor” desde el centro del mundo. Amor como vehículo de salvación, un amor que pide la fusión absoluta con el otro hasta perder la forma del propio “ego” olvidándonos a nosotros mismos, eliminando esa distancia que nos separa.
—Loredana Volpe, directora
Sobre la traducción
Chap Rodríguez Rosell, que s’ha encarregat de la traducció al català, assenyala que el text casa amb la presència de la música perquè és “com una partitura feta de jocs i repeticions lingüístiques, en què prima molt el ritme”. En aquest sentit, la directora defineix l’espectacle “com un riu”, a través del qual totes les veus “s’acaben fonent en una de sola”.
—Núria Juanico, en Diario Ara